Comentario de texto
En el extracto del texto de Rick Altman, el autor nos permite reflexionar sobre las distintas características que comparten las películas que pertenecen a un mismo género en el cine de Hollywood, y por ende, del género en sí.
En el extracto del texto de Rick Altman, el autor nos permite reflexionar sobre las distintas características que comparten las películas que pertenecen a un mismo género en el cine de Hollywood, y por ende, del género en sí.
El género cinematográfico puede entenderse
como un modo estereotipado de contar una historia, reconocido por el autor y el
espectador. El género vendría a ser una gramática, un sistema de reglas de
expresión y de construcción para un producto cultural. Este sistema supone una
estructura por encima de una obra individual y afecta a todo el proceso
creativo del autor. El género condiciona una obra que pretende ser considerada
parte de él.
Cada género cuenta con relatos prototípicos:
personajes, elementos y propiedades que se repiten en cada una de las historias
de modo que ya son una convención. Estos elementos forman un determinado mundo
posible, una construcción mental que se forma en referencia al mundo real. Los
elementos de los relatos prototípicos del género son “verosímiles” dentro de este aunque sean
“excéntricos” en el mundo real, y dependen de estos para funcionar como género.
La construcción de este verosímil es
fruto de un proceso acumulativo que se forma en la mente del receptor a través
de asociaciones y que construyen el pacto de lectura entre el público y el autor. Tal
como dice Altman, “Las conexiones de los géneros de
Hollywood se fundamentan normalmente en actores y acciones que se definen por
su excentricidad respecto a algún ciclo cultural. El western depende de los forajidos,
la ciencia-ficción necesita de los alienígenas, las películas de guerra se
apoyan en la presencias de los forasteros…”.
Los alienígenas son personajes verosímiles en
el mundo posible de una película de ciencia ficción, pero no lo son en un
western. Esto no se debe a alguna rígida regla impuesta, sino que es producto
de la no repetición de este verosímil en el mismo género. Al no ser una regla
impuesta, puede pasar que un autor incluya
algún nuevo elemento en su historia, hasta el momento inverosímil dentro del
género, y que esto genere una respuesta positiva en el público y rentable para el
negocio. Si esto pasa, otro imitará su idea y otro la idea del último, y esto
generará, por repetición, una nueva moda y una nueva característica “verosímil”
dentro del género. Así es como comienzan
a mutar los géneros: evaluando poco a poco la demanda del público, los cambios
sociales y las oportunidades para “tomar riesgos”.
¿Y porque si es rentable pueden mutar los
géneros? ¿Qué tienen que ver los géneros con el comercio? Los géneros del cine de
Hollywood están íntimamente ligados al surgimiento de la sociedad de masas que
se desprende de la industrialización y la urbanización. La producción en serie
de productos culturales, que viene aparejada a la reducción de jornadas laborales
de los trabajadores y su migración a las ciudades, consistió en someter los
bienes culturales a las leyes del mercado e inevitablemente, bajar su calidad
para convertirlos en productos “masivos”. Sin ignorar la obvia democratización
de la cultura que hasta ese momento era únicamente privilegio para las elites, hay
que destacar como esta fue la oportunidad para que gigantes como Hollywood conviertan
el cine en una industria multimillonaria.
La industria cultural[1] logró su éxito al repetir fórmulas
estandarizadas que garantizaban el éxito y homogeneizaban el gusto de la masa. Este
modo de producción les permitió economizar tiempos tanto en el proceso de
creación como en el proceso de elección del film en cartelera. La originalidad
fue la primera víctima y el cine comenzó a venderse como producto enlatado.
¿Qué comenzó a pedir el público? Más de lo
mismo pero con “algo” distinto. Aquí la tensión entre lo universal y lo
individual: había que darle al público más de lo mismo para encajarlo dentro de
un género reconocible, pero con algo distinto que permita comercializarlo como
“algo nuevo” digno de ser visto y comprado. Konigsberg: “El realizador creativo se apoya en las
convenciones, pero también imprime su propia visión en la obra. Es la inyección
de lo innovador en lo familiar lo que produce ese especial placer que sentimos
al ver una película de género”.
El género sigue siendo hoy una etiqueta que
el público consume. Ir a ver la “nueva película romántica de Hollywood” es poco
más que ir y sentarse en la butaca de la sala de cine a sabiendas de que no
pasará nada en la película que lo sorprenderá.
Si el final es distinto al que el espectador espera, el autor estará
rompiendo el pacto de lectura con su público objetivo y decepcionando las
expectativas que este tenía cuando decidió consumir la película[2]. No darle a la gente lo
que quiere puede significar una pérdida monetaria que ninguna productora estaría
dispuesta a arriesgar.
En conclusión, creo que como interpreté que
expresó Rick Altmanan en su texto, las películas de género de Hollywood se
caracterizan principalmente por la repetición de personajes prototípicos e
historias cliché. El género es más que una etiqueta o una forma de clasificar
películas. El género implica un modo de producción en serie que reduce el
abanico de sorpresas del espectador y también su esfuerzo intelectual,
permitiéndole al receptor consumir pasivamente una película sin conocer nada
realmente nuevo. La industria cultural mutó el fin último del cine para
convertirlo en una maquina lucrativa capaz de transformar algo que podría ser una
obra de arte en un objeto de consumo masivo e irreflexivo a costa de la
calidad, la originalidad y la creación artística. Sin embargo, también permitió
hacer asequible el cine a las capas populares de la población y llenarles de
entretenimiento audiovisual sus ratos de descanso.
[1] La
industria cultural, término inventado por los teóricos marxistas de la Escuela
de Frankfurt, busca expresar como un producto cultural se transforma en su
contrario cuando pasa por el proceso de mercantilización y su fin último deja
de ser “el arte por el arte” para ser simplemente un bien de consumo, un medio
para la rentabilidad.
[2] El verbo “consumir” es a
propósito, ya que la película se consume como cualquier otro objeto de consumo
producido en serie.
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